GASCÓN, SANTIAGO
"Papá se abrió una cerveza y dijo que éramos una familia de chiste. Yo le corregí. Somos una familia de teleserie americana barata. Papá se dejó caer en el sofá y se echó a reir. Pero aquella risa tenía algo de llanto".
Necesitamos tanto reirnos, dice el autor al principio de esta novela narrada a cuatro voces, en la que los hijos han recibido su formación directamente de Los Simpson o American Dad. Por eso uno de ellos plantea: "¿Por qué no podemos celebrar Halloween y Acción de Gracias como cualquier familia normal?", mientras el pequeño sueña con tener un perro y un coche.
Toda familia se aleja del concepto de familia normal, pero esta no podría ser utilizada como ejemplo por la Conferencia Episcopal. El hecho es intrascendente porque la familia, como la infancia, es un invento moderno y cada cual la construye como puede.
Una familia normal es un ejercicio para reirse de sí mismo. Es un pavo de Acción de Gracias en torno al cual cualquier familia puede soltar lo que lleve guardado, abrazarse y despedirse hasta el año próximo. Una terapia que debiera ser declarada de interés para la salud mental.