IZQUIERDO, PASCUAL
Con sus casi 80.000 habitantes, Palencia es una ciudad amable y abarcable. Atractiva por su arte, historia, gastronomía y paisaje, reúne diversas manifestaciones de arquitectura religiosa y civil, destacando entre las primeras la catedral; y entre las segundas, la calle Mayor, arteria que reúne un notable conjunto de edificios levantados en los albores del siglo XX. Palencia es una urbe para ser paseada. Si el río Carrión (y el Canal de Castilla) ha fecundado sus riberas con sotos y sotillos, parques y jardines, sendas propicias para los caminantes, el casco antiguo brinda una geografía de plazas y calles donde se asienta la oferta museística o donde abren sus puertas los locales que brindan los productos típicos de su gastronomía, entre los que no pueden faltar la menestra palentina o el lechazo asado. Pero la gran desconocida es su geografía provincial, llena de contrastes, pues en su amplio territorio conviven los valles y cumbres de la Montaña Palentina con las vegas y los sotos presentes en la zona central, la geometría trapezoidal de la labranza visible en las planicies de la Tierra de Campos con la comarca del Cerrato, territorio secreto donde se esconde la esencia del paisaje castellano. Arte, historia, paisaje y pueblos despoblados aguardan al viajero que desee recorrer los 191 municipios que configuran la arquitectura administrativa de la provincia. A lo anterior se suman dos ríos sugestivos, el Carrión y el Pisuerga, y una arteria líquida que dibuja una línea de esplendor vegetal en la llanura: el Canal de Castilla.