COE, JONATHAN
Rosamond ha muerto. Tenía setenta y tres años, sufría del corazón y se había negado a operarse; su médica, que en los últimos tiempos la visitaba casi cada día en su pequeña casa solitaria en el remoto Oxfordshire, la encontró sentada en su silla y dura como una tabla. Tras el entierro, el testamento. Rosamond nunca se casó ni tuvo hijos, la amiga -o amante- que vivió con ella largos años ya ha muerto, y su herencia deberá repartirse a partes iguales entre tres herederos: dos tercios para Gill y David, los hijos de su hermana, el otro para Imogen, una desconocida. O casi desconocida, porque Gill recuerda que la vio una vez, hace más de veinte años, en una reunión familiar. Era una niña rubia y ciega de siete años, extraña y encantadora, que sedujo a todos los invitados. Pero cuando Gill va a casa de la muerta, encuentra otro legado: varias cintas de casete que Rosamond ha grabado antes de morir -o de suicidarse- y una nota donde le dice a Gill que las cintas son para Imogen, y si no la encuentra, que las escuche ella. Y meses más tarde, tras buscar sin éxito a la elusiva joven, Gill y sus dos hijas vuelven a oír la voz de Rosamond en esa grabación destinada a una ciega, en la que, apoyándose en la minuciosa descripción de veinte fotografías ordenadas como un puzle fantasmal, cuenta una historia de madres e hijas que va desde los años cuarenta hasta el presente, tres generaciones de mujeres ligadas por el deseo, la culpa, la crueldad, la ambivalencia de sus afectos...
«Esta novela pone de relieve la intensidad creativa de un autor que ha dejado atrás la sátira social para plasmar un texto intenso, poético, perfecto en su ejecución» (Diego Gándara, La Razón).
«Si buscan novelas que no se lean de un tirón y traten al lector con respeto, si les gusta desentrañarlas y demorarse en ellas, acudan a una buena librería, háganse con un ejemplar y elijan el momento más propicio para empezarla. Ya me contarán» (Manuel Rodríguez Rivero).
«Una novela, en estilo e intención, insuperable. Un escritor excepcional» (Kiko Amat, Rockdelux).