RIVERA DORADO, MIGUEL
Los antiguos mayas no fueron una excepción a la hora de imaginar las vías de comunicación entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. Ya en su ciclo de mitos cosmogónicos llamado POPOL VUH existe una descripción bastante pormenorizada de aquel ámbito infernal. Lo singular de la gran civilización centroamericana es que reprodujo sobre la superficie de sus urbes, en un alarde arquitectónico e iconográfico lleno aún de enigmas, esa imagen telúrica. Una de las características de la arquitectura maya es la rica ornamentación de las fachadas, bien en los frisos, en los muretes que rematan las estructuras, o en los mismos paramentos frontales. Esa decoración puede ser de relieves de estuco, de mosaico de piedra, o, más raramente, pintada al fresco, y tener apariencia geométrica o figurativa, más alegórica o más realista. Entre tales decoraciones llaman la atención las denominadas fachadas zoomorfas integrales, frecuentes sobre todo en edificios del centro y de la mitad sur de la península de Yucatán