No todo estaba dicho sobre las ambiguas y complejas relaciones de Hitler y Stalin, como demuestra el último libro de John Lukacs (Cinco días en Londres. Mayo de 1940 y El Hitler de la historia), un novedoso relato de las tensiones entre los dos adversarios más poderosos de la Segunda Guerra Mundial que culminaron con la invasión de Rusia por el ejército alemán en la madrugada del 22 de junio de 1941. Convencido de que la historia se desarrolla por decisiones personales antes que por fuerzas ajenas a sus líderes, Lukacs desafía las ideas comúnmente aceptadas en torno a la mayor ofensiva militar que se conoce y sugiere, entre otras cuestiones, que el objetivo último de Hitler era Inglaterra. Si la Rusia comunista era derrotada, tanto Inglaterra como Estados Unidos se replantearían su decisión de enfrentarse a Alemania. La perspicaz pluma de Lukacs nos transporta a Berlín, Londres y Moscú en las horas previas e inmediatas al desenlace de la Operación Barbarroja y nos descubre a un Hitler perturbado por negros presagios y a un Stalin lento en reaccionar pero que terminó asumiendo el papel de estadista que le permitió salir victorioso en la guerra. Ironías de la historia, según Lukacs, narradas con su talento y audacia intelectual habituales.