WAGENSBERG, JORGE
Inagotable repertorio de lúcidas sugerencias, estas Ideas
para la imaginación impura nos
descubren las imprevisibles fuentes de inspiración del científico. Según Jorge Wagensberg, cualquier estímulo
puede alimentar la imaginación científica creadora: una experiencia personal,
una intuición, una creencia, incluso un prejuicio ideológico... Todo vale. La
imaginación científica es intelectualmente omnívora. Pero no todo es imaginación
en ciencia, también existe un método. Y en el método está la diferencia con
otras formas de conocimiento, como el arte o la revelación. De hecho, el
progreso de la ciencia se nutre de la discrepancia recurrente con las
enseñanzas de los maestros, por grandes que éstas hayan sido. La creatividad
científica, por tanto, se mueve por algún lugar entre la disciplina y el caos,
la voluntad y el dejarse llevar, el rigor y el desenfado, la analogía y la
paradoja, la continuidad y la revolución.
En este territorio fronterizo se encuentra, para asombro
del lector, muchas de las vivencias a partir de las cuales un pensador tan
original y brillante como Wagensberg
extrae principios generales sobre lo verdadero y lo falso, sobre lo bueno y lo
malo, sobre lo simple y lo complejo, sobre el tiempo o la emoción... Como dice el
autor, se trata de reflexiones «en su propia sustancia», ya que están
enriquecidas con auténticas confesiones sobre el momento, lugar y
circunstancias en que surgen y se abren paso las ideas, un entretenidísimo
dietario del quehacer diario de un científico singular.