MOLIÉRE (J. B. POQUELIN)
Cuando Tartufo aún estaba prohibido, al día siguiente del estreno de Don Juan o el Festín de piedra (1665), la censura empezó por eliminar algunas frases. Tras la séptima función, se le indicó discretamente a Molière que echase definitivamente el telón sobre la obra. El seductor les parecía un hombre sin costumbres, sin conciencia ni religión, capaz de creer únicamente en que dos y dos son cuatro. En Anfitrión los cortesanos vieron los escarceos iniciales de Luis XIV tras una dama de compañía de la reina. La anécdota no es un reproche de Molière a su protector: la incrusta de forma natural en el esquema heredado de Plauto para construir una comedia galante.