WEIGEL ,GEORGE
Cartas a un joven católico
Prólogo.
11
PRIMERA CARTA. Baltimore y Milledgeville: Adquirir el "hábito de ser".
21
SEGUNDA CARTA. Roma: Las excavaciones en San Pedro: La solidez del catolicismo.
39
TERCERA CARTA. Monasterio de Santa Catalina, Monte Sinaí. El Santo Sepulcro, Jerusalén: El rostro de Cristo.
53
CUARTA CARTA. iglesia de la Dormición, Jerusalén: María y la condición de discípulo.
71
QUINTA CARTA. El Oratorio, Birmingham, Inglaterra: Newman y la religión "liberal".
83
SEXTA CARTA. El "Olde Cheshire Cheese", Londres: El "Pub de Chesterton" y un mundo sacramental.
103
SÉPTIMA CARTA. Castle Howard, Yorkshire, Inglaterra: Retorno a Bridesheal y la Escala del Amor.
121
OCTAVA CARTA. La Capilla Sixtina, Roma: Lenguaje del cuerpo, hablar de Dios, y lo invisible visible.
141
NOVENA CARTA. Iglesia de Santa María, Greenville, Carolina del Sur: Cómo y por qué oramos.
161
DÉCIMA CARTA. Pórtico de San Estanislao de Kostka, Varsovia; Curia Metropolitana, Cracovia: Vocaciones que cambian la historia.
171
UNDÉCIMA CARTA. Mausoleo del Colegio Norteamericano, Campo Verano, Roma: Las preguntas más difíciles.
189
DUODÉCIMA CARTA. Catedral de Chartres, Francia: lo que nos enseña la belleza.
205
DECIMOTERCERA CARTA. Catedral Vieja, Baltimore: La libertad por excelencia.
221
DECIMOCUARTA CARTA. Basílica de la Santísima Trinidad, Cracovia: Sobre no estar solo.
239
Fuentes.
257
Agradecimientos.
265
Como dice en su prólogo Javier Cremades, Capellán de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, -el recorrido por el espacio y el tiempo cristiano que Weigel hace en este libro está animado por una profunda reflexión filosófica. En estas cartas contemplamos la verdad a través de las reflexiones de Chesterton, Newman, Waugh, O'Connor, el Papa Juan Pablo II, el Magisterio de la Iglesia, etc.; también podemos recrearnos en el bien a través de los heroicos testimonios de fe y buenas obras de multitud de cristianos que lo dieron todo por Cristo. Y, de un modo inusualmente destacado, a lo largode estas cartas podemos también considerar la belleza de las obras de arte que ha gestado a través de los siglos la concepción cristiana de la vida-.