TORRES, HÉCTOR
«Caracas muerde» es un libro de 30 crónicas cortas que se convierten en asombrosos relatos sobre la psicología de la violencia en una ciudad asediada por sí misma.
Elegimos representar el libro con una ruleta rusa porque así es la vida en Caracas. Cada nuevo día significa jugarse la vida. Mientras en Europa estamos acostumbrados a vivir con el máximo nivel de protección, en Latinoamerica en general y en Caracas en particular, la vida es, no podemos decir una aventura, porque ninguno de los protagonistas de «Caracas muerde» sale a la aventura, tendríamos que decir supervivencia. Pero esta supervivencia, es decir la vida con el único objetivo de sobrevivir, está amenazada por una violencia especial asentada ya desde hace mucho, creada por esa mezcla de ser chévere, tener miedo y no ver horizonte. Esta forma de vida violenta que se perpetua en distintas formas de dictadura de un signo y de otro solo puede ser contada literariamente.
Héctor Torres es el cronista de la vida de una gran ciudad latinoamericana, de las distintas fuerzas sociales que van más allá de la política y que crean una forma de vida especial. ¿Y qué nos aporta esto a los europeos, que vivimos en un palacio de cristal si nos comparamos con otras zonas del mundo? Nos despierta. Nos hace ver que la violencia puede asentarse en cualquier lugar en cuanto nuestras vidas dejen de tener un horizonte, una posibilidad.
En De Conatus somos conscientes de que hablar de Venezuela no es fácil. Hay conflictos ideológicos que nos hacen dudar de las noticias que nos llegan, nos parece que ahí se está dando un conflicto político, por eso queremos traer las crónicas del día a día, las que nos muestran la sociedad. «Caracas muerde» no es un libro escrito a la contra, es un libro de literatura, como los de siempre, los que muestran los puntos ciegos de la sociedad, los que ayudan a entender dónde están los problemas para que los ciudadanos de una posible gran ciudad no tengan horizonte.
Los protagonistas de «Caracas muerde» representan a todos los tipos de ciudadanos de la ciudad: taxistas, gente con dinero, trabajadores de oficina, madres solteras o estudiantes. Ninguno se salva de la anárquica violencia que domina la ciudad.
Nadie puede sentirse al margen de estas crónicas porque son crónicas de la capacidad del ser humano de para que la vida se le vaya de la manos. Y no estamos libres de ello ni siquiera en Europa.